CAPÍTULO XX – NUESTROS DERECHOS SOBRE EL MAR TERRITORIAL
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Nuestro país posee uno de los pocos mares más ricos del planeta, demostrado científicamente por su abundante riqueza hidrobiológica y energética. Como es natural, el capitalismo neoliberal ha echado ojo sobre él, encontrándose actualmente en disputa entre nuestros pueblos costeros y las transnacionales mercantes y pesqueras.
Peligro de la Convemar. En 1982 se creó la Convención de las Naciones Unidas Sobre el Derecho del Mar (Convemar), que menciona: “Todo Estado tiene derecho a establecer la anchura de su mar territorial hasta un límite que no exceda de 12 millas marinas”. Es decir, pretende ceder nuestro mar al mundo y relegarnos de 200 millas a solo 12. Muchas naciones han firmado este tratado renunciando a su soberano mar territorial, porque no son mares ricos como el nuestro o ya están depredados, permitiendo la instalación de una “Zona Económica Exclusiva”, que la Convemar considera de la milla 24 hasta la milla 200.
Manifiesta también: “El Estado ribereño determinará su capacidad de capturar los recursos vivos de la zona económica exclusiva. Cuando el Estado ribereño no tenga capacidad para explotar toda la captura permisible, dará acceso a otros Estados”. Nuestro país no tiene la capacidad mencionada, menos aun sin Marina Mercante Nacional que permitía la explotación con fines alimentarios y comerciales. Si consintiéramos que otros países con alta tecnología ingresaran a nuestro mar terminaría depredando nuestra riqueza hidrobiológica con daños irreversibles.
Acerca de la Zona Económica Exclusiva plantea: “Ningún Estado podrá reivindicar o ejercer soberanía o derechos soberanos sobre parte alguna de la Zona o sus recursos… Todos los derechos sobre los recursos de la Zona pertenecen a toda la humanidad. Estos recursos son inalienables. No obstante, los minerales extraídos de la Zona sólo podrán enajenarse con arreglo a esta Parte y a las normas, reglamentos y procedimientos de la Autoridad… Ningún Estado o persona natural o jurídica reivindicará, adquirirá o ejercerá derechos respecto de los minerales extraídos de la Zona, salvo de conformidad con esta Parte”. Claramente se estipula la renuncia a toda nuestra soberanía sobre el mar, su lecho y subsuelo rico en minerales y recursos petroleros.
La pérdida del dominio sobre las 200 millas marítimas también nos conllevaría a modificar o desaparecer nuestros derechos de proyección sobre la Antártida del Perú de aproximadamente un millón de Km2.
La amputación del mar territorial traería negativas consecuencias políticas, geopolíticas, laborales, culturales, turísticas, de transporte y sobre todo económicas al pueblo peruano, por lo que nuestro rechazo a la Convemar es claro y contundente.
El Estado peruano debe tener diseñado planes para el control y mejor explotación de nuestro mar territorial en función de las mayorías, como contar con una Marina Mercante Nacional y generar un aumento de la economía nacional en beneficio de las mayorías. Asimismo, debe promover la descentralización otorgando derechos precisos a los gobiernos regionales sobre el mar de sus costas y que éstos no solo puedan concientizar su defensa, sino usufructuar sus riquezas con autonomía.