El régimen económico es la piedra angular que define el modo de producción en un país, actualmente vivimos en un sistema capitalista aparentemente renovado, en un neoliberalismo económico, llamado Economía Social de Mercado, impuesto desde el año 1993 y desde entonces ha ido en contra de los intereses de las grandes mayorías del país. Para cambiar esta triste realidad, es necesario plantear ajustes en el campo económico, la mayoría de manera drástica.
Nuevo modelo económico del Estado. Nuestro Partido plantea la Economía Popular Con Mercados, aspecto abordado ampliamente en el capítulo anterior. No estamos en contra de la empresa privada siempre que se traduzca su actividad en beneficio de la mayoría de los peruanos, tampoco prohibimos la competencia empresarial estatal, ninguno puede tener exclusividad, ni vetos.
Nuevo rol económico del Estado. El Estado debe estimular la creación de la riqueza, siempre que esta no surja, ni conlleve, a la explotación, trata de personas, recorte de los derechos laborales, contaminación ambiental, evasión de impuestos, violación de derechos fundamentales, situación de neocolonia, inseguridad ciudadana, corrupción, contratos lesivos al Estado, lesión de valores y principios sociales, entre otras. La izquierda socialista no renuncia a la riqueza, pero ésta debe ser social, no individual ni grupal.
La tasa de crecimiento, que nos pretende hacer vivir en un falso paraíso, no es el mejor indicador de un modo de producción, porque ésta puede aumentar, pero a la vez incrementar la pobreza gracias a la explotación del pueblo y recorte de sus beneficios laborales en favor de los dueños de los medios de producción. Podemos vender todos nuestros recursos sin dejar nada al Estado, podemos permitir la explotación y mejorará la tasa de crecimiento, pero no el bienestar social.
Nuevo pluralismo económico. Al plantear la Economía Popular Con Mercados en contraste a la Economía Social de Mercado, liberamos al Estado para que pueda crear empresa y competir equitativamente con el empresariado privado. El Estado no puede estar ajeno a los beneficios del mercado en pro de generar bienestar para su pueblo.
Nueva libre competencia. El Estado no solo debe combatir el monopolio privado, sino debe prohibirlo de manera taxativa. No debe haber lugar para la concertación de precios, el acaparamiento y la especulación económica. Las empresas privadas pueden competir libremente entre ellas y con el sector público. La exclusividad del manejo de algunos recursos estratégicos solo puede ser reservados para el Estado peruano en salvaguarda de los intereses nacionales en materia de economía, soberanía, seguridad, energía, alimentación y otros que lo ameriten.
Nueva libertad de contratar. El Estado peruano no puede dar privilegios de rango constitucional al capital transnacional, perdiendo soberanía e impidiéndose la revisión de los mismos, aún sean lesivos al pueblo peruano. El Estado puede contratar, pero sin privilegios ni inmunidades legislativas, jurídicas ni tributarias, como lamentablemente lo prevé la actual CPP.
Deben revisarse todos los nefastos contratos-ley que han sido en realidad la libertad para el saqueo del pueblo peruano. Esta medida permitirá renegociar la proporción del reparto de utilidades, en las que las transnacionales se quedan con el 70% de las ganancias y el Estado solo con el miserable 30%, pero en otros casos se adjudican hasta el 80% y 90% de las ganancias por la explotación de nuestros recursos, en clara desventaja para el desarrollo de nuestros pueblos. Planteamos invertir la proporción del reparto de utilidades, 20% a favor de la transnacional y 80% a favor del Estado. Ecuador y Bolivia demostraron, bajo gobiernos de izquierda que esto es posible y viable.
En Ecuador se renegoció los contratos petroleros establecidos en los años 90, cuando el precio del barril bordeaba los 16 dólares, el Estado recibía 4 o 5 dólares por barril, cuando los precios del petróleo subieron aumentaron las compañías petroleras se volvieron multimillonarias y aun así seguían pagando los 4 o 5 dólares. Con la Revolución Ciudadana se implementó los contratos de prestación de servicios; el petróleo es de Ecuador; se paga para que lo saquen y cancelan una tarifa fija a la empresa petrolera en función de una razonable rentabilidad y el resto, no importa el precio, suba o baje, va para el pueblo ecuatoriano. Esta medida cuadruplicó su presupuesto anual.
Así es factible eliminar la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo, construir carreteras y aeropuertos, lograr saneamiento integral con agua y desagüe de los pueblos más recónditos, disminuir la mortalidad materna e infantil, incrementar los sueldos a maestros, médicos, policías, militares, obreros y sostener los programas sociales, lograríamos pagar nuestra deuda interna y externa en pocos años, ingresaríamos a la industrialización, mejorarían los sueldos, logrando un Perú que salga del subdesarrollo.
Impuestos a todas las empresas sin excepción. Todas las empresas deben pagar los impuestos de ley, no es posible que al sector popular se le cobre coactivamente y existan empresas transnacionales exoneradas de todo tipo de impuestos como renta, canon, sobrecanon, regalías, derechos de vigencia, entre otros. Estas fueron suscritas aduciendo que el contrato se firmó en época del terrorismo o de gran riesgo económico, por lo tanto, tienen derecho a la estabilidad jurídica y tributaria amparados en el artículo 62 de la CPP. Nuestros gobernantes sabían y saben de lo criminal que significa estos contratos ley, pero igual lo firmaron.
Parte de las ganancias deben invertirse en el Perú. Las ganancias que obtienen las transnacionales y algunas grandes nacionales no se invierten en el país, sino en el extranjero, se llevan los productos en bruto, generan valor agregado afuera, dan trabajo a sus jóvenes, fortalecen sus empresas y sus mercados, mejoran sus sueldos, invierten en infraestructura, luego regresan al Perú con mayor poder económico a seguir con el círculo vicioso que empieza al esclavizar a nuestros jóvenes terminando con enriquecer a los extranjeros.
Estatización de sectores estratégicos. Como medida no descartada frente a no aceptar las nuevas condiciones de negociación, el Estado peruano debe proceder a la nacionalización del yacimiento en cuestión de los sectores mineros, gasíferos, petroleros, hidroenergéticos, comunicaciones, entre otros. En algunos casos solamente debe recurrirse a la nacionalización y no la estatización, indemnizando al privado lo invertido y administrando el total de las utilidades generadas, industrializando el país, generando empleo, fortaleciendo los sectores estratégicos (educación, salud, agricultura, defensa, etc.), y sosteniendo los programas sociales.
Renegociación y pago total de la deuda interna y externa. Todos los tipos de deuda deben ser canceladas en el país, previa renegociación de las cifras primarias. En el caso de la deuda debe prestarse vital importancia a la interna que tiene el país con los trabajadores, como la deuda social, que se hace impagable bajo el actual sistema, sin descuidar el pago de la deuda externa para lograr salir de la dependencia económica y financiera.
Debe tomarse en cuenta que al 2018, la deuda pública era de 58,722.37 millones USD, de esta cantidad el 58.7% (34,470.03 USD) pertenece a la deuda interna y el 41.3% (24.252.33 USD) a la deuda externa. Nuestra deuda interna, para con los propios peruanos, siempre ha sido mayor que la externa y un Estado socialista debe priorizar su pago. Según el Banco Central de Reserva del Perú (BCR), tenemos 68 mil millones USD en Reservas Internacionales Netas (RIN) al 2018, pero este RIN no se encuentra en el Perú, está invertida en papeles financieros mundiales y otra cantidad en oro y plata. En el Estado acumulador de riqueza creen que mientras más RIN tengamos mayor será la fortaleza económica, financiera y de mercado ante el mundo.