La mujer en el socialismo es protagonista activa de la revolución, se educa, trabaja, produce, se emancipa por ella misma y lega una herencia invaluable. Participa activamente en las políticas de construcción de la base estructural de una sociedad y sobre todo en la superestructura.
El machismo no es más que una secuela de la sociedad mundial, de causal multifactorial, registrada desde épocas remotas, pues la mujer es el primer ser esclavizado en el devenir de la humanidad, se agudiza con la colonización y se refuerza tras la implementación de instituciones públicas, laicas y religiosas, que consolidan el patrón. La familia es el Estado en miniatura, no se puede exigir cambio en la familia sino se cambia el Estado. El sistema neoliberal quiere hacer creer que se puede lograr la igualdad de la mujer sin transformar el modo de producción de una sociedad.
Como elemento vital de la transformación social, nuestro país debe iniciar un proceso de despatriarcalización que llevamos como herencia colonial, es decir, desterrando el machismo, sin que esto signifique instalar su extremo contrario, el feminismo. Así, el problema de la libertad de la mujer no radica en la diferencia sexual, sino en el modelo social al que pertenece.
El método de opresión al que más asiste testimonialmente la humanidad es el sometimiento económico, porque ésta determina la relación opresor – oprimido, demostrándose que, existen hombres que oprimen mujeres, pero también mujeres que oprimen mujeres.
Así, la mujer finalmente tiene que luchar contra su propio género al existir mujeres de clases altas que no están dispuestas a perder su status social, ni comprenden la necesidad de la transformación social a favor de las menos favorecidas e influenciadas por su situación privilegiada ven el movimiento femenino una amenaza a la que tienen que contrarrestar en todo plano.
El Estado neoliberal se puede declarar en el verbo defensor de los derechos femeninos, pero no asume responsabilidades para con la familia, nos referimos a garantizar una salud y una educación gratuita y universal. En este sistema se prefiere encarcelar al progenitor si no cumple económicamente con el núcleo familiar, es decir el Estado terceriza su responsabilidad.
El Estado socialista, por el contrario, independientemente de las circunstancias, está en la obligación de garantizar la alimentación de la madre y del niño, así como también la educación y la salud que deben tener carácter de herencia social. Asimismo, en el Estado socialista se respetan los derechos reproductivos de la mujer y el hombre, nada puede tener un carácter obligatorio o coactivo.
El Estado socialista debe desterrar estigmas que califican al sexo femenino con una imagen de irresponsabilidad e inmoralidad social, como la prostitución, la trata, la transmisión de enfermedades venéreas, etc., que no son más que un subproducto, de la sociedad mercantilista, capitalista o neoliberal.
En las tareas más complejas debe estar el espíritu de la mujer, pues ningún cambio es posible sin la participación de ellas organizadamente, por ejemplo, las mujeres de nuestros tiempos tienen el deber histórico de participar activamente en la lucha contra el armamentismo y el peligro de la guerra.
La mujer en el socialismo no puede renunciar a la educación en ningún nivel, por el contrario, debe pugnar por hacerse acreedora de los últimos conocimientos acerca de la pedagogía, la medicina, la ingeniería, la arquitectura, el derecho, la política, la milicia, etc. Inclusive en estos tiempos, la mujer contemporánea tiene mejores herramientas de liberación si sabe utilizar el progreso tecnológico e informático, lo que le permitirá combatir esa profesión “natural” que es la casa y la familia.
El nivel intelectual de la mujer, está demostrado según la neurociencia, tiene las mismas potencialidades que en el hombre, al igual que la capacidad conativa. Solamente difiere del sexo opuesto en la esfera afectiva, lo cual le da su cualidad de mujer.
En el campo de la salud, la mujer tiene todo el derecho a reclamar y poner en marcha los mejores servicios maternos y pediátricos al Estado, porque muchas de ellas han contemplado el rostro de la muerte en nuestro nacimiento y muchas de ellas han sucumbido en este acto.
Es un error separar la educación del hombre y la mujer, desde la educación inicial hasta los niveles más altos, circunstancia que impide un trato social más horizontal y libre, que atenta a la confianza mutua y el recíproco complemento de las características.
En el plano laboral, la mujer ha logrado múltiples triunfos, el desarrollo industrial les permite mejores oportunidades, aunque también se exponen a enfermedades profesionales. La mujer ha demostrado más capacidad que el hombre al no tener mayores problemas en fusionar el trabajo manual con el intelectual, lo que coadyuva a eliminar el antagonismo entre el campo y la ciudad con mayor flexibilidad.
En las tareas más complejas debe estar el espíritu de la mujer, pues ningún cambio es posible sin la participación de ellas organizadamente, por ejemplo, las mujeres de nuestros tiempos tienen el deber histórico de participar activamente en la lucha contra el armamentismo y el peligro de la guerra.