Cambio de constitución política
Por: Grace Baquerizo (05.JUL.2021). Recopiliador: Alberto Quedas.
A continuación, se presenta el planteamiento didáctico de esta valiente Lideresa Laboral, pero antes, a modo de valorar sus aportaciones, recojo una idea suya anterior, que nos ayude a este fin:
“Necesitamos reformas para que el conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo no escale en los niveles vistos. Hay problemas normativos en la Constitución, pero lo real es que se ha dado este conflicto a través de intereses políticos, de aquellos que quieren profundizar un modelo en el cual se siga privilegiando el rol que tienen determinados sectores económicos del país. Por otro lado, hay una gran reforma para evitar esta captura del Estado por parte de los poderes económicos, que es el cambio de Constitución. Nosotros estamos apostando por un cambio, una reorganización de la estructura del Estado, porque la democracia representativa no implica una fiscalización de parte de los ciudadanos. Esto tiene que ser revertido para darle un mayor poder a la ciudadanía”.
Ayer en Chile, se instaló la Convención Constitucional que redactará la nueva carta fundamental, con ella se dará fin a la constitución heredada por la dictadura de Pinochet.
El proceso constituyente chileno se originó con las manifestaciones que estallaron en octubre de 2019 exigiendo igualdad social, teniendo un gobierno en contra y que usó una feroz represión policial que costó vidas y lesiones oculares a centenas de personas.
CASO PERUANO:
En Perú, la constitución nacida en dictadura fujimorista (1993), ha sido reformada más de 20 veces.
Existió un serio intento de reforma total, luego de la caída del régimen de Fujimori, durante el Gobierno Transitorio de Valentín Paniagua, quien aprobó una Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional del Perú que tenía como objetivo, entre otros, el de proponer el procedimiento a seguir para reformar la constitución.
La comisión propuso como alternativas:
- Que el Congreso declarase la nulidad de la Constitución de 1993 y la vigencia de la de 1979, o
- Que se apruebe una ley de referéndum para consultar al pueblo si deseaba retornar a la Constitución del 79 y, de ser así, convocar a una Asamblea Constituyente para que reforme, actualice y ponga en práctica dicha Constitución.
Dicho intento no prosperó, y aunque el cambio de Constitución de 1993 fue promesa de campaña de Alejandro Toledo y Ollanta Humala, no se llegó a concretizar nada. La clase política instalada en el Congreso y otros poderes del Estado, y sus financistas, se encontraban muy cómodos con el modelo económico impuesto por la dictadura.
De ello, nos podemos dar cuenta que:
- La Reforma Total de la Constitución es una agenda pendiente desde el mismo momento en que recuperamos la institucionalidad democrática (2000);
- Que la asamblea constituyente y el referéndum no es una creación del Foro de Sao Paulo, sino mecanismos válidos para la reforma de la Constitución, y
- Que el inicio de un proceso constituyente parte de las mismas fuerzas de la ciudadanía organizada y no depende fundamentalmente de un gobierno de izquierda.
Un cambio de constitución solo podrá ser posible con una ciudadanía que a partir de sus aprendizajes (ejm. corrupción empresarial -política, y pandemia) se informe y se involucre en la necesidad de cambio de constitución, ella misma es quien debe ejercitar su derecho a ser parte de un proceso constituyente.
La primera batalla que debemos ganar las fuerzas del cambio, y hemos avanzado bastante, es la de derrocar esa idea de que la Constitución del 93 no puede ser cambiada; y reforzar la idea que no hay nada más democrático que consultarle a la gente si quiere o no una nueva constitución.